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"Siento un sano orgullo de haber tenido alumnos que han llegado más lejos que yo"

Luis Franco

Profesor emérito de la Universidad de Valencia y del Instituto de Investigación Sanitaria (INCLIVA)
 

03/06/2013

Doctor por la Universidad Complutense en 1971, trabaja en la estructura y función de la cromatina, especialmente en las modificaciones epigenéticas en diversos estados patológicos, en la Universidad de Valencia y en el Instituto de Investigación Sanitaria (INCLIVA). Pertenece a la Real Academia de Ciencias de España y a la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana.

1.- ¿Cuándo surgió su vocación científica? ¿Recibió de joven algún consejo al cual siga siendo fiel?

En mi familia, salvo un tío médico ilusionado por la investigación, al que no conocí porque falleció antes de que yo naciera, no ha habido científicos. Por parte de padre, abundaban los militares y por parte de madre, los funcionarios de Hacienda. Pero desde pequeño sentí atracción por todas las ciencias y mis padres, que en ese terreno me dejaban una gran libertad, la fomentaron adecuadamente. Me regalaron varios juguetes científicos. Por ejemplo, dos equipos para hacer pequeños experimentos químicos y un microscopio, que aún conservo. Pasé con él muchas horas apasionantes, que despertaron mi capacidad de observación. En el antiguo 5º de bachillerato tuve en el colegio un excepcional profesor de Química, D. Patricio Astillero, cuyo modo atractivo de presentar la asignatura hizo que me inclinara por estudiar Ciencias Químicas. Mis padres también apoyaron esa decisión. Recuerdo que cuando tenía 15 años y acababa de decidirme por la Química, con ocasión de un viaje, y ante el asombro de otros familiares, mi padre me regaló un libro de análisis químico. Durante la carrera en la Complutense me atraían la Química Analítica y la Química Orgánica, pero cuando descubrí la Bioquímica, entonces una asignatura optativa que explicaba el Prof. Ángel Martín Municio, me sentí realmente cautivado por ella y mis ilusiones profesionales se inclinaron hacia las ciencias de la vida.

No obstante, era consciente de las dificultades que entonces tenía el emprender una carrera científica, sobre todo en el seno de una familia de economía media en la que mi padre había fallecido recientemente. Pero el Prof. Enrique Costa Novella, que había sido profesor mío en Ingeniería Química, me dio un consejo decisivo. Más o menos, me dijo: "Si usted trabaja en una industria y es un buen químico, hará que esa industria marche bien; si se dedica a la carrera universitaria y es un buen químico, formará a muchos buenos científicos y la repercusión de su trabajo será mucho mayor". Es uno de los mejores consejos que he recibido en mi vida, y me alegro infinitamente de haberlo seguido. Durante mis años dedicados a investigar y a transmitir la ciencia siempre he tenido presente que lo que cada día hago en el laboratorio y en el aula trasciende a lo que se palpa inmediatamente. Ahora siento un sano orgullo de haber tenido muchos alumnos que han llegado más lejos que yo.

2.- ¿Cuáles son desde su punto de vista las características que definen a un buen investigador?

Estoy convencido de que para ser un buen investigador no es necesario ser un superdotado. Sin duda, eso se requiere para ser un genio, de esos que aparecen dos o tres veces en un siglo y consiguen el premio Nobel, pero no es preciso para hacer una buena e incluso una excelente investigación. Pienso que basta con tener una mente ordenada y lógica y capacidad de observación. Pero desde luego es imprescindible esforzarse por adquirir una serie de hábitos que le permitan una dedicación sacrificada, mantener siempre una actitud de curiosidad, no perder nunca la capacidad de asombro, perseverar para no desanimarse ante los reveses que tarde o temprano surgen. Hay que estudiar mucho para conocer el estado actual de la ciencia y ser capaz de trabajar en equipo, porque, cada vez más, la investigación es multidisciplinar.

3.- ¿Podría describirnos brevemente en qué consiste su línea de investigación actual y cuál es su trascendencia?

Tuve la suerte de realizar mi estancia postdoctoral en el laboratorio del Dr. Ersnt W. Johns en el Chester Beatty Research Institute, perteneciente al Royal Cancer Hospital de Londres. Con Johns comencé a trabajar con histonas. Aprendí de él mucho, no solo por su conocimiento de un área en la que fue indiscutible pionero, sino también por su honradez científica. Desde entonces he mantenido una línea de investigación sobre la cromatina que, en los últimos años, se ha centrado en las relaciones entre Epigenética y enfermedad. En mi grupo de investigación nos interesamos por las modificaciones epigenéticas de las histonas y por los cambios estructurales de la cromatina asociados a la transcripción, especialmente en cuestiones de interés biomédico, más concretamente de oncología. Hace ya tiempo que la influencia de las modificaciones epigenéticas en la función génica ha dejado de ser una cuestión de exclusivo interés académico. Pienso que hoy en día no es posible avanzar en el conocimiento de la enfermedad si se hace caso omiso de los factores epigenéticos asociados. En algunos casos, como el del cáncer, esa relación es especialmente patente y apasionante.

4.- ¿Qué logros científicos podemos esperar que se hagan realidad de aquí a unas décadas, particularmente en su campo de investigación?

Unas décadas es un plazo demasiado largo con el ritmo que tienen los avances científicos. En menos tiempo espero que se haya avanzado en el conocimiento del epigenoma, algo cuya trascendencia seguramente no se llegará a conocer hasta que se culminen los proyectos en marcha. En realidad, eso ha ocurrido con la secuenciación del genoma humano, que ha planteado nuevos retos insospechados cuando se inició el Proyecto Genoma. También pienso que el avance en el Proyecto ENCODE, que está encaminado a detectar los distintos elementos funcionales que existen en el DNA, revelará muchos datos sobre los RNA no codificantes, que pueden hacer cambiar el panorama de la Epigenética. Por otro lado, espero que se produzcan en un tiempo relativamente breve avances importantes en el descubrimiento y ensayo de nuevos fármacos epigenéticos. Finalmente, me parece que los trabajos con las células iPS pueden despejar muchas de las incógnitas que hay planteadas sobre los mecanismos de la reprogramación epigenética.

5.- En 2013 la sociedad celebra su 50 aniversario, ¿qué papel diría usted que ha desempeñado la SEB(BM) en el desarrollo de la Bioquímica y Biología Molecular en España, en estos cincuenta años?

Las sociedades científicas tienen un papel fundamental en el desarrollo de la ciencia. La posibilidad de aglutinar a muchos científicos que comparten métodos de trabajo e ilusiones es un factor determinante para el avance científico, especialmente en nuestros tiempos, en los que la difusión del conocimiento es tan fácil. En este sentido, estoy seguro de que la Bioquímica y la Biología Molecular españolas no estarían donde están si no hubiera sido por la SEBBM. Por eso, pienso que los bioquímicos tenemos contraída una deuda de gratitud por quienes hicieron posible el nacimiento de la Sociedad hace 50 años y con todos los que la han dirigido a lo largo de estas cinco décadas.

6.- ¿Qué relevancia tiene a nivel mundial la investigación en Bioquímica y Biología Molecular que se hace hoy en día en España?

La investigación en Bioquímica y Biología Molecular tiene un buen nivel en España, a pesar de los pesares. Y por pesares entiendo varios factores. En primer lugar, la crónica falta de atención adecuada a la Ciencia por parte de nuestros políticos -de todos nuestros políticos-. En segundo lugar, mencionaría que si las dificultades para investigar en España son grandes, en la Universidad se agigantan. Por otro lado, se sigue observando una falta de conciencia ciudadana sobre la importancia de la Ciencia y, en la misma línea, una falta de cultura científica. Pero de esto quizá tenemos una buena parte de culpa los científicos, que no hemos sabido difundir adecuadamente esa faceta de la cultura. De todas formas, decía que a pesar de los pesares, la Bioquímica española está a un nivel razonable. No cuantitativamente -sería imposible con el bajo presupuesto dedicado a la investigación-, pero sí cualitativamente.

7.- ¿Podría resumirnos brevemente los contenidos de la conferencia del día 6 de junio, incluida dentro del ciclo Cincuentenario SEBBM?

La conferencia del 6 de junio lleva por título "50 años de enseñanza de la Bioquímica". Pienso que si los organizadores me han elegido a mí para impartirla es simplemente por razón de mi edad, ya que mi primer contacto con la Bioquímica en la Universidad tuvo lugar precisamente el año en que se fundaba la SEBBM. Comienzo repasando cuál era el estado de la Bioquímica en esas fechas. No es posible valorar cómo era la enseñanza de una materia hace 50 años si no se tiene en cuenta el desarrollo que esa materia tenía entonces. Luego, hablo de algunos aspectos históricos de la Bioquímica española y de su enseñanza. En este tema hago un recorrido, por supuesto no exhaustivo, de los diferentes avatares que ha sufrido la enseñanza de la Bioquímica y de su importante desarrollo hasta llegar a la situación actual, en la que son muchas las Universidades que ofertan grados en Bioquímica, Biotecnología y otras materias relacionadas. Finalmente, trato de analizar cómo puede ser la enseñanza en el futuro.

8.- ¿Qué consejo daría a los que inician hoy sus carreras científicas?

A los que empiezan ahora les aconsejaría que fueran pertrechándose de todas las capacidades que antes mencionaba como necesarias para la investigación. Además, me parece muy importante recomendar, sobre todo, que tengan paciencia y perseverancia y que sepan arriesgarse en todos los sentidos. Para correr hay que tener en muchos momentos los dos pies en el aire y el investigador muchas veces tiene que sacrificar su seguridad -tanto en el terreno estrictamente científico, como en el de su estabilidad profesional- para tratar de conseguir la meta, casi siempre incierta, que se propone. Y algo muy importante: que estén dispuestos a viajar. Quiero decir que no intenten hacer la tesis, y no siquiera la formación de grado, en la Universidad más próxima a su domicilio. Que se informen debidamente -hay muchos medios para ello- de cuáles son los mejores centros y que luchen por acceder a ellos. Para eso se requiere una gran capacidad de sacrificio; es preciso alcanzar una buena formación y unas buenas calificaciones para ser admitido en un laboratorio de prestigio. Pero también hay que ser realista: está claro que no todos podrán trabajar en el mejor laboratorio.

Doctor por la Universidad Complutense en 1971, trabaja en la estructura y función de la cromatina, especialmente en las modificaciones epigenéticas en diversos estados patológicos, en la Universidad de Valencia y en el Instituto de Investigación Sanitaria (INCLIVA). Pertenece a la Real Academia de Ciencias de España y a la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana.

1.- ¿Cuándo surgió su vocación científica? ¿Recibió de joven algún consejo al cual siga siendo fiel?

En mi familia, salvo un tío médico ilusionado por la investigación, al que no conocí porque falleció antes de que yo naciera, no ha habido científicos. Por parte de padre, abundaban los militares y por parte de madre, los funcionarios de Hacienda. Pero desde pequeño sentí atracción por todas las ciencias y mis padres, que en ese terreno me dejaban una gran libertad, la fomentaron adecuadamente. Me regalaron varios juguetes científicos. Por ejemplo, dos equipos para hacer pequeños experimentos químicos y un microscopio, que aún conservo. Pasé con él muchas horas apasionantes, que despertaron mi capacidad de observación. En el antiguo 5º de bachillerato tuve en el colegio un excepcional profesor de Química, D. Patricio Astillero, cuyo modo atractivo de presentar la asignatura hizo que me inclinara por estudiar Ciencias Químicas. Mis padres también apoyaron esa decisión. Recuerdo que cuando tenía 15 años y acababa de decidirme por la Química, con ocasión de un viaje, y ante el asombro de otros familiares, mi padre me regaló un libro de análisis químico. Durante la carrera en la Complutense me atraían la Química Analítica y la Química Orgánica, pero cuando descubrí la Bioquímica, entonces una asignatura optativa que explicaba el Prof. Ángel Martín Municio, me sentí realmente cautivado por ella y mis ilusiones profesionales se inclinaron hacia las ciencias de la vida.

No obstante, era consciente de las dificultades que entonces tenía el emprender una carrera científica, sobre todo en el seno de una familia de economía media en la que mi padre había fallecido recientemente. Pero el Prof. Enrique Costa Novella, que había sido profesor mío en Ingeniería Química, me dio un consejo decisivo. Más o menos, me dijo: "Si usted trabaja en una industria y es un buen químico, hará que esa industria marche bien; si se dedica a la carrera universitaria y es un buen químico, formará a muchos buenos científicos y la repercusión de su trabajo será mucho mayor". Es uno de los mejores consejos que he recibido en mi vida, y me alegro infinitamente de haberlo seguido. Durante mis años dedicados a investigar y a transmitir la ciencia siempre he tenido presente que lo que cada día hago en el laboratorio y en el aula trasciende a lo que se palpa inmediatamente. Ahora siento un sano orgullo de haber tenido muchos alumnos que han llegado más lejos que yo.

2.- ¿Cuáles son desde su punto de vista las características que definen a un buen investigador?

Estoy convencido de que para ser un buen investigador no es necesario ser un superdotado. Sin duda, eso se requiere para ser un genio, de esos que aparecen dos o tres veces en un siglo y consiguen el premio Nobel, pero no es preciso para hacer una buena e incluso una excelente investigación. Pienso que basta con tener una mente ordenada y lógica y capacidad de observación. Pero desde luego es imprescindible esforzarse por adquirir una serie de hábitos que le permitan una dedicación sacrificada, mantener siempre una actitud de curiosidad, no perder nunca la capacidad de asombro, perseverar para no desanimarse ante los reveses que tarde o temprano surgen. Hay que estudiar mucho para conocer el estado actual de la ciencia y ser capaz de trabajar en equipo, porque, cada vez más, la investigación es multidisciplinar.

3.- ¿Podría describirnos brevemente en qué consiste su línea de investigación actual y cuál es su trascendencia?

Tuve la suerte de realizar mi estancia postdoctoral en el laboratorio del Dr. Ersnt W. Johns en el Chester Beatty Research Institute, perteneciente al Royal Cancer Hospital de Londres. Con Johns comencé a trabajar con histonas. Aprendí de él mucho, no solo por su conocimiento de un área en la que fue indiscutible pionero, sino también por su honradez científica. Desde entonces he mantenido una línea de investigación sobre la cromatina que, en los últimos años, se ha centrado en las relaciones entre Epigenética y enfermedad. En mi grupo de investigación nos interesamos por las modificaciones epigenéticas de las histonas y por los cambios estructurales de la cromatina asociados a la transcripción, especialmente en cuestiones de interés biomédico, más concretamente de oncología. Hace ya tiempo que la influencia de las modificaciones epigenéticas en la función génica ha dejado de ser una cuestión de exclusivo interés académico. Pienso que hoy en día no es posible avanzar en el conocimiento de la enfermedad si se hace caso omiso de los factores epigenéticos asociados. En algunos casos, como el del cáncer, esa relación es especialmente patente y apasionante.

4.- ¿Qué logros científicos podemos esperar que se hagan realidad de aquí a unas décadas, particularmente en su campo de investigación?

Unas décadas es un plazo demasiado largo con el ritmo que tienen los avances científicos. En menos tiempo espero que se haya avanzado en el conocimiento del epigenoma, algo cuya trascendencia seguramente no se llegará a conocer hasta que se culminen los proyectos en marcha. En realidad, eso ha ocurrido con la secuenciación del genoma humano, que ha planteado nuevos retos insospechados cuando se inició el Proyecto Genoma. También pienso que el avance en el Proyecto ENCODE, que está encaminado a detectar los distintos elementos funcionales que existen en el DNA, revelará muchos datos sobre los RNA no codificantes, que pueden hacer cambiar el panorama de la Epigenética. Por otro lado, espero que se produzcan en un tiempo relativamente breve avances importantes en el descubrimiento y ensayo de nuevos fármacos epigenéticos. Finalmente, me parece que los trabajos con las células iPS pueden despejar muchas de las incógnitas que hay planteadas sobre los mecanismos de la reprogramación epigenética.

5.- En 2013 la sociedad celebra su 50 aniversario, ¿qué papel diría usted que ha desempeñado la SEB(BM) en el desarrollo de la Bioquímica y Biología Molecular en España, en estos cincuenta años?

Las sociedades científicas tienen un papel fundamental en el desarrollo de la ciencia. La posibilidad de aglutinar a muchos científicos que comparten métodos de trabajo e ilusiones es un factor determinante para el avance científico, especialmente en nuestros tiempos, en los que la difusión del conocimiento es tan fácil. En este sentido, estoy seguro de que la Bioquímica y la Biología Molecular españolas no estarían donde están si no hubiera sido por la SEBBM. Por eso, pienso que los bioquímicos tenemos contraída una deuda de gratitud por quienes hicieron posible el nacimiento de la Sociedad hace 50 años y con todos los que la han dirigido a lo largo de estas cinco décadas.

6.- ¿Qué relevancia tiene a nivel mundial la investigación en Bioquímica y Biología Molecular que se hace hoy en día en España?

La investigación en Bioquímica y Biología Molecular tiene un buen nivel en España, a pesar de los pesares. Y por pesares entiendo varios factores. En primer lugar, la crónica falta de atención adecuada a la Ciencia por parte de nuestros políticos -de todos nuestros políticos-. En segundo lugar, mencionaría que si las dificultades para investigar en España son grandes, en la Universidad se agigantan. Por otro lado, se sigue observando una falta de conciencia ciudadana sobre la importancia de la Ciencia y, en la misma línea, una falta de cultura científica. Pero de esto quizá tenemos una buena parte de culpa los científicos, que no hemos sabido difundir adecuadamente esa faceta de la cultura. De todas formas, decía que a pesar de los pesares, la Bioquímica española está a un nivel razonable. No cuantitativamente -sería imposible con el bajo presupuesto dedicado a la investigación-, pero sí cualitativamente.

7.- ¿Podría resumirnos brevemente los contenidos de la conferencia del día 6 de junio, incluida dentro del ciclo Cincuentenario SEBBM?

La conferencia del 6 de junio lleva por título "50 años de enseñanza de la Bioquímica". Pienso que si los organizadores me han elegido a mí para impartirla es simplemente por razón de mi edad, ya que mi primer contacto con la Bioquímica en la Universidad tuvo lugar precisamente el año en que se fundaba la SEBBM. Comienzo repasando cuál era el estado de la Bioquímica en esas fechas. No es posible valorar cómo era la enseñanza de una materia hace 50 años si no se tiene en cuenta el desarrollo que esa materia tenía entonces. Luego, hablo de algunos aspectos históricos de la Bioquímica española y de su enseñanza. En este tema hago un recorrido, por supuesto no exhaustivo, de los diferentes avatares que ha sufrido la enseñanza de la Bioquímica y de su importante desarrollo hasta llegar a la situación actual, en la que son muchas las Universidades que ofertan grados en Bioquímica, Biotecnología y otras materias relacionadas. Finalmente, trato de analizar cómo puede ser la enseñanza en el futuro.

8.- ¿Qué consejo daría a los que inician hoy sus carreras científicas?

A los que empiezan ahora les aconsejaría que fueran pertrechándose de todas las capacidades que antes mencionaba como necesarias para la investigación. Además, me parece muy importante recomendar, sobre todo, que tengan paciencia y perseverancia y que sepan arriesgarse en todos los sentidos. Para correr hay que tener en muchos momentos los dos pies en el aire y el investigador muchas veces tiene que sacrificar su seguridad -tanto en el terreno estrictamente científico, como en el de su estabilidad profesional- para tratar de conseguir la meta, casi siempre incierta, que se propone. Y algo muy importante: que estén dispuestos a viajar. Quiero decir que no intenten hacer la tesis, y no siquiera la formación de grado, en la Universidad más próxima a su domicilio. Que se informen debidamente -hay muchos medios para ello- de cuáles son los mejores centros y que luchen por acceder a ellos. Para eso se requiere una gran capacidad de sacrificio; es preciso alcanzar una buena formación y unas buenas calificaciones para ser admitido en un laboratorio de prestigio. Pero también hay que ser realista: está claro que no todos podrán trabajar en el mejor laboratorio.



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